“El pan siempre ha sido y será nuestra seña de identidad”

0
1240

Alan García es la tercera generación familiar de la Panadería Artesana Manín. El negocio lo pusieron en marcha sus abuelos, Luis y Nieves, con reparto de pan por Cangas del Narcea y sus pueblos en un Land Rover naranja. Hace 18 años abrieron un despacho de pan en Cangas con el que continuaron sus padres, Higinio y María Ana. Finalmente Alan se incorporó al negocio hace siete años. Se crió entre harina y hogazas de pan formándose en la Escuela de Hostelería de Gijón y en el Gremio de Artesanos Confiteros en Oviedo.

-¿Cómo ha evolucionado Manín?

-Hemos dado un gran salto, siempre hemos ofrecido calidad en nuestros productos pero ahora ofrecemos una gran variedad de especialidades. En la zona somos conocidos por el pan, que fue el que nos ayudó a convertirnos en lo que ahora somos. Además de los productos habituales de panadería también elaboramos pastelería artesana, pastelería de diseño y ofrecemos una amplia gama de productos de packing que vendemos en el ámbito regional y a turistas.

-¿Qué diferencia vuestro pan?

-Es un pan muy húmedo, elaborado con masa madre, fermentado en bloque, que elaboramos con cuatro tipos diferentes de trigo en horno de leña.

-Háblenos de las especialidades.

-Está claro que Cangas está por explotar, somos un destino turístico más atractivo para los visitantes desde que tenemos el Parador Monasterio de Corias. El producto está dirigido al turista, y la gente de aquí que está fuera, les gusta llevar detalles nuestros. La NociNarcea (nocilla con avellanas de Cangas), las Huellas del Narcea (galletas que representan la huella del oso) o los Crujientes de pólvora (crujientes de almendra y azúcar con peta zeta)… tenemos varios productos interesantes, pero siempre por detrás del pan, que es nuestra seña de identidad. Veo que la gente está orgullosa de estos productos, no había ningún sitio de Cangas que ofreciese algo típico a parte del vino. Buscamos la fórmula de algo diferente.

-¿Hay que cuidarse con los dulces?

-Sí, la gente de Cangas es ‘llambiona’, y además a nadie le amarga un dulce. La gente hoy en día está obsesionada con el cuerpo y se priva de muchas cosas. Para ser feliz hay que mantener un equilibrio y saber disfrutar de la comida.