Hilario Menéndez es el guarda de caza del coto de Pravia ´Los Cuervos´ y se encarga de su correcto funcionamiento
Sin duda, aquellos que mejor entienden el monte son quienes desde siempre vivieron de sus recursos o entorno a ellos, o simplemente lo disfrutaron o disfrutan como hobby pero, ¿qué hay de los que velan dedicando ese esfuerzo a la conservación de sus parajes? Es la labor de los guardas de caza, verdaderos custodios de la naturaleza sin cuyo tesón, constancia, voluntad y trabajo la realidad de estos espacios naturales y su fauna cinegética sería muy distinta. Su trabajo se encuadra dentro de las profesiones de seguridad privada. Ejercen funciones de vigilancia y protección del hábitat de los cotos. Aunque su ocupación no es vocacional, “siempre estuve relacionado con el mundo de la caza. Mi padre ya cazaba. Me gusta la naturaleza, el campo. Antes me dedicaba a otra cosa, ahora no cambio este trabajo”, apunta Hilario Menéndez, vigilante del coto de Pravia ´Los Cuervos´.
Lleva más de 5 años a su cuidado; una extensión de cerca de 9.000 hectáreas distribuidas en cinco zonas de caza (La Peñona, Villarigán, Loro, Puentevega y Sandamías). Cuenta con tres cuadrillas de cazadores para montearlo. Su función no se limita a las labores de custodia, fuera de temporada el compromiso de este trabajador es esencial para la buena salud del coto, cuando se comienza la valoración y gestión de daños, y pagos, ocasionados especialmente por el jabalí a los agricultores en sus cultivos o la confección de un censo “por encima” de los animales existentes en su acotado: corzo, raposo, arcea y jabalí, básicamente el único que “aumenta de población. De corzo hay menos densidad por la enfermedad del gusano”, explica el guarda. Los meses de abril, mayo y junio se lleva a cabo el rececho y Menéndez tiene que localizar el macho para los cazadores y llevarlos a la pieza durante la jornada. De septiembre a febrero lo mantiene ocupado el jabalí, coincidiendo –de octubre a febrero- con el raposo, “que hay bastante. Son cacerías controladas, de 4 o 6 personas. Hay población porque hay poca gente que lo cace”, destaca. Igualmente, en agosto, de dos a tres semanas, se abre media veda en caza menor y la zona de adiestramiento de perros.
Permisos y licencias’
Depende de la Sociedad de Cazadores ´Santa Ana´, que cuenta con 100 asociados. Entre sus obligaciones, se encuentra constatar licencias y permisos de caza; “comprobar que toda la documentación esté en regla”. Tarea meramente rutinaria porque mantiene que por lo general “los cazadores respetan bastante” estas cuestiones. En cada cacería, hay que verificar “la lista de cazadores, los invitados –tienen que disponer de previa autorización, pagando, para acceder a la cacería si no son miembros del coto- y hacer una hoja de salida y de llegada de éstos. Además, hay que hacer unas guías para trasladar los animales abatidos, hay que justificar de dónde sale ese jabalí”, explica. Asimismo, Menéndez debe acompañar a los cazadores si fuese necesario y controlar que las jornadas cinegéticas transcurran sin incidentes, “que es lo habitual”, aunque recuerda que en una ocasión pasó por un “mal momento. Un cazador se pegó un tiro en un pie pero afortunadamente quedó en un susto”.
Por otro lado, entre los aspectos desagradables de sus quehaceres se encuentra la persecución del furtivismo, tarea que se realiza en colaboración con la Guardia Civil, pero reconoce que está, al menos en el término municipal praviano, bastante “erradicado. Antes se hacía por necesidad. Ahora la gente está bastante concienciada, las multas son muy grandes”.