Trabanco nombra ‘Madres de la Sidra’ a siete mujeres de la cultura sidrera

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La mujer desempeña una doble función como productora y como mantenedora de servicios en el plano económico y como elemento clave de la estructura social, a pesar de lo cual las inercias patriarcales la han relegado históricamente a un papel que formal y normalmente no ha pasado de secundario. Sin embargo, son ejemplo de implicación, defensa y compromiso, una labor imprescindible que en muchas ocasiones es invisible a los ojos de la ciudadanía.

Nos encontramos en las bodegas de Lavandera, un pueblo situado en las afueras de Gijón donde hace 95 años Emilio Trabanco y sus tres hijos empezaron a elaborar sidra natural para venderla en romerías en un carro tirado por bueyes. Así nació la marca Trabanco, que hoy reconoce a las ‘Madres de la Sidra’ poniendo en valor el trabajo, sacrificio y entrega de un colectivo, en ocasiones y por herencias costumbristas, a la sombra del sexo masculino. “Para este homenaje me inspiré en la gente de mi casa. Manos, corazón y espíritu a disposición del negocio y la familia. Lo vi toda la vida y sentí que había que darles visibilidad”, destacó Yolanda Trabanco, directora de Marketing y Ventas de Sidra Trabanco y cuarta generación al frente de la empresa familiar. “Antes siempre se hablaba del chigre de fulano o el llagar de mengano, pero el esfuerzo y trabajo de las mujeres que había detrás de la barra o en los fogones eran muy poco reconocidos”, agregó Samuel Trabanco, padre de Yolanda y gerente del grupo, que subrayó que “la sidra lo que pide es estar juntos y nada une más que una madre”.

Las galardonadas fueron: Virtudes Izquierdo, de sidrería Guaniquei; Anabella Arenas, de Sidrería Asturias; Carmen Cerdeiro, de sidrería Cabranes; Graciela Nozal, de sidrería Romy; María Luisa García, de Casa Marisa; María José Coalla, de Sidrería Casa Fede y Carmen Cerdeiro Dourado, de Sidrería Cabranes. A todas ellas las califican las palabras de tesón, sacrificio o lucha, sin olvidar la más repetida y relevante: familia. Familia como sinónimo de madres, hijas, abuelas, amigos y clientes. Son la voz y la esencia de la cocina de la cultura sidrera.

“Pensamos en esas chigreras que han pasado casi siempre su vida trabajando en silencio a la sombra de sus maridos, yernos o hermanos, quienes eran los que se llevaban el mérito. Como hija de chigrero y llagarero sé muy bien el sacrificio que esto implica. Nos pareció una gran idea reconocer mujeres y nos extrañó que nunca nadie lo hubiera hecho antes”, resaltó Yolanda Trabanco. “Creo necesario que se reconozca la gran labor, muchas veces silenciosa, de todas las mujeres de la sidra, que han sido claves en el desarrollo de un modelo de negocio y de la cultura sidrera y dejan a Asturias un gran legado”, concluyó.

Asimismo, el grupo sidrero distinguió a Mónica Díaz, en calidad de madre honorífica de la sidra. Una medalla creada de forma expresa para ella este año, aunque desde Trabanco estudian realizar homenajes similares en ediciones futuras. El suyo es un premio al recuerdo y no a la trayectoria profesional. Quienes eran grandes aficionados de este caldo, aunque solo como consumidores, eran su padre y su marido, Rafael Casasola. “Hay que agradecer a Trabanco que ponga cara y voz a historias como estas”, afirmó Díaz emocionada.

Para Anabella Arenas “la sidra lo es todo, es amistad, es compartir”. En definitiva, “la sidra es cultura. Nuestra cultura. Mantener las tradiciones es la obligación de las próximas generaciones”. Llegó de Mieres a la cocina de la Sidrería Asturias, en Gijón, en 1983 junto a su marido Juan Manuel Lamelas, ya jubilado.

Recuerda que los comienzos “fueron muy duros. Partimos de cero y no solo era la vida de los fogones sino también la casa y los hijos. Tenías que estar para todo pero al final salimos adelante”. Por ello, acogió el galardón con “mucha emoción y orgullo. Fue un reconocimiento totalmente inesperado, después de 37 años trabajando estoy muy agradecida a la familia Trabanco”.

Relevo generacional en Gijón

El negocio tendrá relevo generacional. Sus hijos, David y Anabella, continuarán la historia de Sidrería Asturias, donde el consumo de sidra anual supera las 5.000 cajas y donde los clientes “son amigos. Tengo clientes de cuando abrimos. Te tienes que sacrificar mucho, dedicar muchas horas, pero el trabajo es agradable, gratificante”.

En Casa Fede también habrá continuidad en un negocio en el que “cuando los clientes vienen, llegan a su casa. Nuestra sidrería tiene un ambiente muy familiar”, explicó María José Coalla, al frente desde 1997 del chigre con Federico, su esposo. Su hija Yolanda y su yerno José continuarán con el legado familiar: “es un negocio en el que tienes que tener mucho espíritu de sacrificio y dedicarle muchas horas para salir adelante en condiciones normales”. Por ello, el homenaje de Trabanco lo recibió además de con “mucha sorpresa, mucha gratitud, es un premio a las mujeres que tuvimos que dejar parte de lo que éramos o hacíamos para sacar la sidrería adelante y echar una mano a la familia”.

Sidreria Guaniquei es un negocio familiar que inició su andadura en el año 1940, y desde hace 25 años lo regenta Virtudes Izquierdo junto a su marido Evaristo. Como todos los principios, fueron fatigosos. Pero la perseverancia de Virtudes la hizo posicionarse donde está. “Era otro consumo de sidra. Otro tipo de cliente, de más edad, y el tema de que una mujer te escanciara un culín como que no lo veían. El comentario habitual era: échamelo tú ‘Varistín’ que espero por ti. Pero yo no lo permití, y poco a poco los clientes se fueron acostumbrando a mi”. De hecho, “yo tengo clientes de tercera generación en la sidrería, nietos de los que no querían que les escanciase la sidra”. Esta luchadora explicó que “puedo agradecerle a la sidra que me diese la oportunidad de darle carrera a mis dos hijas pero creo que con nosotros morirá el negocio”, un chigre que despacha unas 2.400 botellas de sidra a la quincena.

Donde tampoco habrá continuidad es en la sidrería gijonesa Romy, que data de 1994. Graciela Noval reconoció que “realmente tampoco la quiero”, aunque se siente “emocionada y agradecida” con el premio, “renuncias a mucho. Tengo dos hijos y no disfruté de ellos”. Junto a su marido, Perto, escancian entre 70 y 80 cajas de sidra a la semana.

“Viví en mis carnes la ausencia de mis padres por el sacrificio de este negocio. Mi madre siempre estuvo tras los fogones de la sidrería, trabajando miles de horas y nunca estaba para arroparnos por la noche o en las reuniones del colegio”, contó Yolanda Trabanco.

Inicio de temporada

En teoría, no debería tener demasiados misterios. Es la sidra en estado puro, la que se elaboraba en tiempos de nuestros antepasados en casas y llagares. El caldo tradicional, sin trasegar. Pero nada más lejano a la realidad. La complejidad, lo que lo hace única, ya casi comienza en el pomar. “Es muy difícil de conseguir. Es muy importante acertar con la selección de manzanas porque luego no se puede rectificar”. Así lo corroboró Samuel Trabanco, durante la presentación de la ‘Sidra sobre la Madre’, que marca el inicio de las nuevas sidras, de la nueva cosecha. Una siega tardía debido a que la recolecta de la manzana fue muy progresiva. “Llovió mucho y eso nos impidió que el pesaje del producto se produjera de manera ordenada”, explicó Yolanda Trabanco.

Todo ello provocó que el proceso de fermentación fuera bastante más lento. “Está en el mejor punto de maduración, es una sidra muy afrutada y fresca. Es de edición limitada porque según pasen unos meses se oxidará un poco más”, destacó la directora de Marketing y Ventas de Sidra Trabanco.“Hacemos ‘Sidra sobre la Madre’ por una cuestión de recuerdos de infancia. Mi tío y mi abuelo se encargaban de elegir qué manzanas le irían mejor a la sidra, que al no llevar trasiego, tiene un sabor aromático, joven y frutal”, explicó y para quien lo importante es “alcanzar el mejor punto de maduración”, completó el gerente.

En cuanto a la presente añada y ante las dificultades que ha supuesto la Covid-19 para la producción del brebaje, el llagarero gijonés confirmó que “fue un año muy atípico y difícil para todos. Tuvimos que improvisar un poco pero yo creo que salió una sidra para salvar el expediente”.