Ganadería con relevo

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Ganaderas y agricultoras; más de 261.634 mujeres que en España están al frente de explotaciones agrarias, según el último Censo Agrario publicado por el Instituto Nacional de Estadística -INE-. Esto supone un 28,6% del total. Es decir, casi un tercio de la ganadería y la agricultura en nuestro país están en manos de mujeres. Y aunque es una cifra que todavía está lejos de llegar a la mitad, es un dato positivo ya que hace una década eran tan solo el 23%. Los datos reflejan los avances que se están produciendo en un sector históricamente masculinizado. Al menos en lo visible porque en realidad, históricamente la mujer siempre ha sido ganadera y agricultora, el hándicap es que no se visibilizaba. Pero siempre han estado. En las cuadras, en los huertos… pero relegadas en su casa.  Asimismo, es llamativo el envejecimiento en el sector. De las mujeres jefas, que dirigen una explotación agraria, casi la mitad (42%) tienen más de 65 años. El 27% tiene entre 55 y 64 años, el 18% entre 35 y 44. Tan solo el 3% son jóvenes, menores de 35 años, y Elena Castro López es una de ellas. El pasado mes de diciembre le dio el relevo a su suegra, Rosa, en la ganadería familiar tras su jubilación. A pesar de no tener relación familiar directa con la ganadería, sus padres no están vinculados laboralmente al sector, “estoy donde quiero estar”.

El mugido de una vaca se escucha en mitad de la explotación ganadera, Lorences Castro,  hoy liderada por Elena en el pueblo de sus abuelos paternos, Cueva, en el término municipal de Salas. Y es que la Asturias rural se siente en un terreno donde se lleva a cabo la producción de carne. Un lugar donde reina la calma, que confluye con el esfuerzo, tesón y sacrificio de unas manos que se resisten a dejarse vencer por los tiempos duros y difíciles. Elena, a sus 23 años, sabe bien lo que supone gestionar una ganadería, una actividad sujeta a los vaivenes del mercado y de la meteorología, y a lo que se suma la problemática con la fauna salvaje. La prohibición de cazar al lobo, incluyéndolo en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial, Lespre, dio pie a un serio problema para la conservación de la biodiversidad con la amenaza constante a la ganadería. “Se pueden ver lobos en el pueblo. Se ve al lado de casa. Tenemos que estar muy pendientes de las crías, últimamente nos está atacando. La semana pasada -tercera semana mes de abril- comió a dos ‘xatas’ y a un potrín. Hay vecinos que a las nueve de la mañana los ve y por la noche se escuchan”.

Comenzó en la ganadería mixta de la familia de su pareja hace cuatro años. “Yo me crie en Salas. Con el confinamiento decidí venir a Cueva con mi novio, Joaquín”. Por aquel entonces, la ganadería estaba compuesta “mayoritariamente por vacas de leche”. Tras el Estado de Alarma, “ya me quedé a vivir aquí. Cuando me mudé me acogí a esto. Era su trabajo y descubrí que la ganadería me encantaba”, aunque explica que “siempre me gustaron las vacas. No me tocó de cerca por mis padres, pero toda mi familia se dedica a la ganadería, como mis tíos, y cuando ya me vine a vivir aquí me encantó el manejo y me decanté por dedicarme a ello”.

Mejorando genética

Así, en el 2021, decidieron transformar la ganadería mixta en una explotación de carne, que hoy cuenta con 55 cabezas de ganado de la raza Asturiana de los Valles, de las que 30 son madres, dos son toros y el resto, recría. “Siempre intentamos ir a mejor en genética. Intentamos echar a buenos toros, con buena morfología, e ir mejorando los animales”. Su objetivo, alcanzar las 50 madres, seleccionando “entre nuestra recría, de casa, para aumentar y mejorar el rebaño. Quiero mi propia línea genética: Se trata de mejorar la raza todo lo posible”.

Elena se ocupa no solo del manejo del ganado, el que en los inviernos, durante dos o tres meses, “los meses más crudos”, está estabulado, sino también de preparar su alimento, hacen silo de hierba. Para ello, “cuento con el apoyo de toda la familia”. Es mucho trabajo, sí, pero es materia prima, además de influir en la calidad de la carne, avalada por la Identificación Geográfica Protegida -IGP- Ternera Asturiana, y el bienestar de los animales, que en primavera, verano y otoño salen al pasto en diferentes prados en Cueva y en la Braña del Pevidal. Elena puntualiza que “en verano no se te relaja el trabajo. Tienes que estar pendiente de que tengan pasto y agua y, además, tenemos que hacer toda la comida de las reses para el invierno”. Solo complementan la alimentación con pienso “a la recría, porque es un plus para que crezcan fuertes, y a las vacas paridas”.