Son personas que para encontrarse a sí mismas escogieron, aunque quizá no sean conscientes, salvar y enriquecer el territorio rural. Se denominan ‘neorrurales’ y, para economizar los tecnicismos, el término define a aquellas personas que en un momento de sus vidas, e impulsados por motivos personales, afectivos, laborales o económicos, tomaron la decisión de abandonar sus ciudades de origen y poblar entornos rurales. “Yo no tengo un pueblo, lo que creo que influyó mucho a la hora de afincarme en un lugar. Mi familia está repartida entre Gijón y Oviedo. Crecí en Gijón con todo a mi alcance. Ni siquiera me había preocupado por conocer Asturias hasta que me fui a estudiar fotografía a Noreña”. Allí, fue cuando “se me abrió un mundo entero”, explica la fotógrafa, Leti Cienfuegos, que detalla que “éramos cuarenta personas en clase de toda la región y fue entonces cuando realmente me di cuenta de que no había salido de Gijón”. Lo tenía claro, y a los 8 años “ya sabía que me quería dedicar a la fotografía”. Y es que creció entre cámaras, negativos y placas de cristal. Leti es nieta de Nito Cachero, fotógrafo oficial de La Catedral de Oviedo y del Museo Arqueológico, que aunque murió un año antes de que ella naciera su legado quedó perenne en casa de su abuela.
“Me fui por seis meses a Madrid y me quedé 8 años”. Casualidad o no, se inició en el ámbito laboral con una apasionada de la España rural. Hace medio siglo, Cristina García Rodero comenzó a fotografiar con pasión las fiestas, ritos y liturgias que, como muchos, creía que iban a desaparecer con el fin de Franco, que ya se intuía. Se equivocaron. De los esfuerzos y sacrificios de 15 años nació en 1989 España oculta, el libro de su vida, que la situó en primera línea del escaparate internacional de la fotografía. “Fue una época en la que descubrí lo que quería, que era algo más humilde”. Así, compatibilizó el trabajo con la búsqueda de portfolio personal, los raperos, y estudiar la carrera de Fotografía. Aunque reconoce que “yo volví muy quemada de Madrid”, y de nuevo, casualidad o no, se afincó hace 8 años en La Pola, Siero, donde instauró su propio estudio fotográfico en 2020´. “Necesitaba volver a un sitio más pequeño. Gijón se me quedaba grande. Necesitaba estar arropada y conocer a la gente de mi alrededor”, afirma.
La clave del éxito: “no me he especializado. Eso es lo que me caracteriza. En la cuidad, en Madrid, descubrí que hacer lo mismo todos los días no iba conmigo. El trabajo muy repetitivo me cansa, y justo lo que me gusta de la fotografía es que puedes hacer algo distinto todos los días. Hoy, por ejemplo, por la mañana tengo que fotografiar un bebé y por la tarde tengo que grabar un videoclip. Es como una aventura diaria”.
Foto y video
Bodas, bautizos, comuniones, maternidad, mascotas, imagen de producto. Además, “yo hago foto y video y es como ampliar el campo de trabajo”. En cualquier ámbito, Leti se siente cómoda y consigue instantáneas que cuentan historias, la historia de sus protagonistas, de manera sutil y elegante con un halo de creatividad y cercanía que hacen de su trabajo algo único. Puedes contactar con ella por Instagram (@leticienfuegosfotografia o a través del correo electrónico cienfuegos.leticia@gmail.com. Asimismo, compagina la labor creativa con la formativa. Imparte cursos en su estudio de iniciación a la fotografía y a nivel empresarial, de manejo de redes sociales. Asimismo, trabaja en Langreo en el Centro Integrado de Formación Profesional de Comunicación, Imagen y Sonido.
Ante tanto ajetreo laboral, a la fotógrafa le gustaría “frenar un poco y poder dedicarme a algo mío, más personal, porque tanto trabajo para otros merma tu capacidad creativa”.