Por Carmen Quintanilla Barba, presidenta Nacional de AFAMMER, parlamentaria Honoraria del Consejo de Europa y vicepresidenta de la Unión Europea de Mayores (ESU)
Hace dos años la “España vaciada” ocupó el centro de Madrid, congregando a más de 100.000 personas de todas las provincias de España bajo una sola voz: la voz de esa España rural que desde hace décadas observa con preocupación cómo sus pueblos están cada vez más envejecidos, y cómo los pocos jóvenes que aún permanecen en ellos se marchan a las ciudades para encontrar las oportunidades que su propio entorno les niega.
En AFAMMER llevamos más de 39 años alertando del grave riesgo de desaparición de nuestros municipios. Por ello, no dudamos en unirnos a la Revuelta de la España Vaciada para pedir mayor protagonismo y liderazgo para las mujeres de nuestros pueblos.
Y al mismo tiempo pedir mejores infraestructuras, más accesibilidad y la mejora de los servicios públicos que mejoren las condiciones de vida de las mujeres rurales y sus familias. Es necesario destacar que 2 de cada 3 personas que se marchan del campo a la ciudad son mujeres.
Nos unimos al clima de convivencia y unión que se creó entre todas las personas allí presentes, mientras se escuchaba el sonido de los tambores que simulaban el corazón de una España Vaciada que quería seguir latiendo.
No cabe duda de que la Revuelta de la España Vaciada creó conciencia en gran parte de la sociedad, que comenzó a entender que la despoblación es un problema que afecta al desarrollo económico y social de todo el país.
Pero justo un año después tuvo que llegar una pandemia para que la sociedad fuera realmente consciente del importante papel que juegan nuestros pueblos, pero sobre todo, de la actividad que en ellos se produce que fue la que hizo posible alimentar a una sociedad que estuvo confinada en sus casas.
La actividad de una España Vaciada que dejó atrás sus reivindicaciones para mostrar su cara más solidaria a pesar de que el coronavirus aumentó las carencias y aisló todavía más a nuestros pueblos.
De hecho, en los días y semanas previas a que se decretara el confinamiento en España los agricultores y ganaderos se echaron a las calles con sus tractores para reclamar la fijación de precios justos y las mejoras necesarias para un sector que pocas semanas después dejó claro que es imprescindible.
Dos años después, tenemos que seguir reivindicando para que la pandemia no sea un obstáculo a la hora de implementar las medidas y acciones necesarias para el desarrollo económico y sostenible de nuestro medio rural, pues del futuro de nuestros pueblos depende la totalidad de los recursos naturales y gran parte del patrimonio histórico, artístico, cultural y gastronómico.
Ahora es el turno de devolver a nuestra España Rural la generosidad que ha demostrado en los últimos meses y corregir los graves efectos económicos y sociales que han sufrido las regiones y comarcas del medio rural debido a la situación de emergencia sanitaria.
El grave problema de la despoblación en las zonas rurales sigue siendo uno de los principales retos que afrontar en un país eminentemente rural como es España. Y por ello, en AFAMMER seguiremos luchando por nuestro sueño que es que la igualdad y el futuro rural sean una realidad en la vida de los habitantes de los pueblos de España y no nos detendremos hasta alcanzarlo.