Carmen Quintanilla: “Mucho más que una brecha en los salarios”

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Por Carmen Quintanilla Barba, presidenta Nacional de AFAMMER, parlamentaria de honor del Consejo de Europa y vicepresidenta de la Unión Europea de Mayores del PPE

Para hablar de brecha salarial debemos remontarnos en el tiempo porque es una de esas causas históricas que seguimos arrastrando en la sociedad y en cuyo camino hemos conseguido avanzar a lo largo de los años, intentando que las grandes diferencias perennes entre hombres y mujeres se hayan ido reduciendo amparados en un derecho tan básico como legítimo, como es el derecho a LA IGUALDAD, en mayúsculas, como un pilar sobre el que sustentar el resto de derechos innatos adheridos a nuestra condición de personas.

Hace 36 años España entraba a formar parte de la Unión Europea, que ya en 1975 en El Tratado de Roma exigía la igualdad de retribución entre trabajadores y trabajadoras en el ejercicio de una misma responsabilidad; un compromiso que en posteriores Tratados como los de Amsterdam o Lisboa quedaron refrendados como uno de los grandes retos comunitarios en esa lucha para la erradicación de la desigualdad de género.

Sin embargo y pese a los innegables avances que se han conseguido desde entonces, la brecha salarial sigue siendo una de las asignaturas pendientes tanto en España como en el continente europeo.

Por poner en contexto, los datos avalan que la desigualdad entre mujeres y hombres no es una moda sobre la que ahora se habla y aparece en los medios, sino que es una realidad que causa estragos y que sigue relegando a la mujer a un segundo plano de lo social y para cuya erradicación AFAMMER lleva trabajando desde hace 39 años de forma decidida, comprometida y pionera en nuestro país.

De media, según datos del Ministerio de Trabajo, las mujeres siguen ganando un 14´8% menos que los hombres, una diferencia que para salvarla al ritmo que actualmente se hace, costará 43 años. Esta diferencia se acentúa aún más cuanto más bajo son los salarios y cuando la dedicación se ejerce en las empresas privadas.

Por eso es importante que celebremos días como el 22 de febrero, Día Europeo por la Igualdad Salarial, para visibilizar este problema intergeneracional que las próximas generaciones de mujeres seguirán sufriendo y que necesitan del compromiso social para no verse sometidas a este aciago legado histórico.

La diferencia entre lo que perciben hombres y mujeres, sigue alimentando la brecha salarial que según el Instituto Nacional de Estadística (INE) es de un 21´41%, que traducido a lenguaje monetario, son casi 6.000 euros menos que las mujeres dejan de percibir en el desempeño de las mismas funciones laborales que los hombres.

No hay un solo tramo de edad en el que las mujeres sean reconocidas económicamente en la misma medida que los hombres en sus trabajos. Lo que sí reflejan los datos es que la brecha salarial es histórica y por ello se manifiesta con más intensidad entre las mujeres con más de 65 años, donde alcanza un 32´86%, que responde a que estas mujeres han accedido a peores puestos de trabajo, a que se han dedicado en exclusividad al cuidado familiar sin la ayuda de su pareja; y por tanto o se han visto obligadas a renunciar a su trayectoria laboral o en el mejor de los casos, han tenido que conciliar reduciendo sus jornadas y perdiendo complementos salariales en el camino.

Pese a todo, debemos ser optimistas. Debemos pensar que las cifras cada año siguen acortándose en un proceso lento pero continuo, pero si algo me hace ser optimista es el cambio de mentalidad que se viene produciendo entre los más jóvenes y que he podido observar en primera persona como presidenta nacional de AFAMMER.

Hoy la futura generación de adultos sitúa a mujeres y hombres como iguales, comprenden que las tareas del cuidado del hogar y la familia se deben repartir sin roles prefijados o, por ejemplo, es significativo que en estos momentos la conciliación laboral y familiar ocupe uno de los más altos escalones entre las preocupaciones de quienes emprenden la estructuración familiar con hijos de por medio.

No es menos relevante que los jóvenes entre 16 y 24 años sean lo más conscientes cuando se les preguntan si existe brecha salarial entre hombres y mujeres y 3 de cada 4 afirman que sí la hay y que se debe trabajar para enmendarlo.

En todo este proceso de transformación social la Estrategia Española de Responsabilidad Social de las Empresas 2014-2020, fue un gran ejemplo sobre los caminos sobre los que se debe apostar y legislar en los próximos años.

La desigualdad no puede aceptar plazos, excusas y justificaciones. La desigualdad necesita compromiso, educación y trabajo, que son justo tres de los grandes retos por los que desde AFAMMER trabajamos a diario.