El mar arroja a las playas elementos naturales que podemos aprovechar. En la costa de Asturias es tradicional la recogida de las algas de arribazón, una materia gelatinosa, húmeda y rojiza que en la región llaman ocle (Gelidium sesquipedale) y que forma grandes praderas en el fondo marino, arrulladas por las corrientes. Después de los temporales, el ocle alfombra las playas y los ocleros, ya sea a mano, con pala y cubo, o de forma mecanizada, usando tractores, lo recolectan. Hay quien lo ha denominado el ‘oro rojo’. Y hay quien dice que se está acabando a causa de técnicas poco sostenibles como la de arranque, y que practican con barcos en alta mar. Sin embargo, quienes mantienen este oficio ancestral desde los arenales no opinan lo mismo. Bárbara García espera desde la arena que el mar vaya acercando a la costa las balsas de algas. Es un fenómeno habitual que ocurre estacionalmente entre el otoño y el invierno a partir de las mareas vivas de San Agustín. Desde hace siglos, el mar Cantábrico arroja las toneladas de plantas marinas que tiñen de rojo gran parte del litoral cantábrico. De Bañugues, término municipal de Gozón, la recolectora encontró en el ocle una manera de conciliar y salir adelante sin miedo al trabajo duro y ajena al que dirán. “Empecé poco a poco. Con un carro y un tractor”. Su primo, “que andaba a la angula me dijo que tenía que andar apartando el ocle para pescar”. Así que “decidí sacar la licencia y probar”.
De aquello hace ya 11 años, y desde entonces la evolución es notable. “Fui metiendo más maquinaria porque fui sacando más cantidad”, afirma. Lo recoge durante la segunda parte de cada año por todo el litoral asturiano y lo seca en los prados. Explica que “según esté de caprichosa la mar recolecta el ocle con el tractor o a rastrillo. Hay mareas que llegas y lo puedes tener varado”. Entonces, Bárbara lo tiene que amontonar con la pala pero cuando el ocle está en el agua y la mar no lo expulsa “nos toca poner el traje de neopreno y tirar de las algas con un rastro de mano y sacarlo a fuerza”. Por lo que quizá puede parecer un laboreo banal pero “es un trabajo muy duro con el que duermes muy poco o prácticamente nada porque al día siguiente tenemos que hacer el prado igualmente”. Porque además de alga de arribazón, deseca la de arranque.
Y es que reconoce que desde el 1 de julio hasta el 30 de septiembre el ocle ocupa “el 100 % de mi tiempo. Lo recojo por la noche pero lo trabajo las 24 horas porque al hacer la deshidratación de las algas tenemos que traerlas y espárcelas por el prado para secarlas hasta alcanzar en su punto óptimo. Cuando están secas las embolamos y desde ahí van al camión y del camión a la fábrica. Llegué a estar 46 horas despierta”.
Lo vende a empresas que utilizan el ocle para obtener agar-agar, un polisacárido útil para formar gelatinas, con diversas aplicaciones en gastronomía, alimentación (como aditivo alimentario tiene el código E406), cosmética o farmacia.
En resumen, “el ocle tiene salida. Yo todo lo que saco lo tengo vendido” pero es de manejo complicado porque “si seca mucho pierdes la ganancia, al embolar se rompe. Tiene un punto exacto y al pasar ese punto no vale nada”. El hándicap, “es rentable según lo mires. Si te paras a compatibilizar las horas de trabajo no tanto, pero como cualquier trabajo. Hay que mentalizarse de que es un trabajo muy duro y que lleva muchas horas. Aquí no hay fines de semana libres ni festivos. La campaña se aprovecha al máximo”. La oclera se acuerda que en Tapia de Casariego llegó a meterse a menos cinco grados, y para eso “hay que echarle valor. Debajo del asiento del tractor había estalactitas”, ríe.
Como complemento a la actividad, elabora de manera artesanal boyas y flotadores para la pesca deportiva, Boyas y Flotadores Gaci. Con una cartera de clientes muy selecto, “son boyas hechas con mucho mimo, una a una. No hay dos iguales”. Las comercializa en tiendas especializadas por toda la península, además de en Portugal e Italia. “Me gusta ir al cliente pequeño. A las tiendas pequeñas a las que el pescador deportivo va a buscar algo en concreto. No quiero hacer ventas por Internet”.