Por razones culturales, no está bien visto que una mujer del campo diga lo que piensa en una reunión: los asistentes podrían deducir que es ella la que manda en casa. Las asambleas sindicales o de las cooperativas empiezan a partir de las nueve de la noche, y ellas tienen que ocuparse de los niños y atender las necesidades del hogar. Si trabajan en las explotaciones, suelen hacerlo como asalariadas, en tareas poco cualificadas y de aluvión. Apenas participan en la gestión de las empresas, eso queda para los hombres, que son los representativos de la explotación y los que pueden tomar las decisiones, aun en los casos en que ella sea la titular. El apoyo a la igualdad de oportunidades por parte de las Administraciones es mínimo, porque no va acompañado de campañas para acercar a las mujeres a trabajos más interesantes y darles facilidades para compaginar la vida campesina con las responsabilidades familiares. Pero cuidado, las generaciones futuras, el relevo generacional tan ansiado de estas ganaderías que garantizan el futuro del medio rural, vienen pisando fuerte. Formadas, ajenas al qué dirán, con las ideas muy claras y sobretodo dejando claro que ellas están dónde quieren estar y desempeñando una labor, tradicional, porque les da la gana. En Argüelles, concejo de Siero, está la Ganadería La Casuca.
Un lugar donde reina la calma, distendida por los mugidos de las vacas y conjugada con el tesón, esfuerzo y sacrificio de María Mon Sánchez, que con tan solo 19 años tiene los objetivos bien marcados: “tengo afición por las vacas desde muy pequeña y cuando acabe de estudiar me gustaría incorporarme al sector”. Pero primero, “tengo que terminar mis estudios. El futuro de la ganadería no está muy claro, en estos tiempos es incierto, y decidí estudiar algo que no tiene nada que ver con el ganado –Grado universitario en Comercio y Marketing- porque si no hay trabajo con las vacas tengo más opciones para un futuro laboral”.
La Casuca es explotación familiar mixta, carne y leche, dirigida por su padre, Juan José Sánchez, y su tío, Martín Sánchez, y en la que ella colabora, especialmente en periodo vacacional, que cuenta con una cabaña de 40 cabezas de Asturiana de los Valles y 110 frisonas, “que son las que me gustan”, de las que unas 60 están en ordeño y en modalidad de pastoreo. María creció entre las vacas, y a base de ir a concursos de ganado con su padre inició una afición por la que la familia nunca se había decantado. “Como era pequeña mi padre no me dejaba participar pero luego nos enteramos que había el curso de manejador en el IES de Luces, en Colunga, y con 13 años fui por primera vez”. Desde entonces, “empezamos a ir a los concursos con las vacas” y este fue su quinto año en la participación en La Escuela de Preparaciones de CONAFE: “siempre aprendes cosas nuevas. Estas interno una semana y te explican el día a día de los concursos; te enseñan a lavar y pelar las vacas, a manejar o hacer las camas. Un poco de todo. Si es verdad que cada edición te enseñan más o menos lo mismo pero cada año asisten más ganaderías y aprendes diferentes matices del manejo y preparación”. Su dominio en este ámbito no solo la lleva a preparar sus propias reses para certamen sino que otras ganaderías solicitan su trabajo para entrenar su cabaña estrella.
Preparación y manejo
Una labor que implica mucha dedicación. “Hay muchos meses de trabajo detrás. Hay que seleccionarlas y cuando tienes la vaca o ternera de concurso tienes que empezar a domarla para que pasee bien cuando llegues a pista y lavarla y pelarla cada cierto tiempo para que el pelo crezca bien”, explica. Además, “unos meses antes del concurso se separan del resto para darles la alimentación adecuada”. Debutó en el certamen ganadero de Llanera, y su sueño es representar a España en Italia. CONAFE ofrece la oportunidad, en su concurso de manejadores vinculado a la Escuela, “de que si quedas campeón representas a España en Italia. Este año quedé subcampeona. En el nacional de AGROPEC se deciden las otras tres plazas. Espero hacerlo muy bien”.
Por todo ello, sus planes de futuro pasan, además de incorporarse al sector, “crecer en genética para poder seguir yendo a concursos y avanzar”. Hasta el momento, ha introducido en la granja la producción de leche A2 A2, “se trata de, que a través de unas modificaciones en la genética, es apta para los intolerantes a la lactosa. Tienes que conseguir que todas tus vacas tengan todas este tipo de leche y estamos en proceso”.