“Las casas de nuestros abuelos están llenas de retratos. Nos observan desde el cristal y parece que de un momento a otro podrían arrancarse a hablar (…). Me gusta pararme a pensar en cómo se hicieron esas fotografías y por qué, quién eligió la escena, el marco y el lugar idóneos para que pudieran terminar siempre congelados en un instante, contemplándonos desde la pared. Un cuidado y una ceremonia que las generaciones más recientes hemos dejado atrás”. Así comienza el ensayo Tierra de Mujeres. Una mirada íntima y familiar al mundo rural con el que la veterinaria y escritora María Sánchez levantó el interés de miles de personas hacia el campo y sus habitantes; los animales, las plantas y, por supuesto, los seres humanos. En especial hacia las mujeres -apicultoras, queseras, ganaderas, agricultoras- que llenaban también las cocinas de las casas, que cruzaban las ‘caleyas’ de los pueblos con ollas calientes para sus vecinas en la más primaria y pura forma de sororidad. Son las mujeres que estaban y están en todas partes, ocupándose de todas las tareas, y cuyos nombres son los grandes ausentes de todas las historias, de los documentos oficiales de propiedad de los terrenos y fincas e incluso de los retratos de los grandes acontecimientos de antaño que albergan hoy los aparadores de nuestras familias. Nombres que no cotizan y que a menudo no dejan el justo rastro en el traspaso oral del legado familiar. “El formato que mantiene la memoria familiar es el papel. El papel fotográfico”, afirma rotunda nuestra protagonista.
Leti Cernuda vive en el concejo de Piloña. Desde hace tres años está asentada en Cardes pero sus genes son del Occidente asturiano, y se dedica de manera profesional a la fotografía, a la fotografía de la maternidad: “las madres solemos ser quienes hacemos las fotos familiares, por lo que desaparecemos en muchas ocasiones de la imagen. Por eso echaba de menos un tipo de fotografía más sencilla y más natural que retrate el vínculo que tenemos con nuestros hijos”.
Se formó en Fotografía y también en Ciencias Ambientales. Fue en 2019 a raíz de quedarse embarazada y tener a su hija cuando redescubrió el arte y decidió volver a coger la cámara con la que sentía que podía contar más sobre la unión entre madre e hijo. “Fotografiamos a nuestros ‘fíos’ con sus padres, con sus abuelos o demás familiares y nos suele dar reparo pedir que nos retraten a nosotras”. La historia familiar necesita instantáneas de “cómo reaccionamos nosotras, las madres, en acciones tan cotidianas como dar el pecho, abrazar, besar y dejar un poco de lado el mirar directamente a la cámara”.
Por toda Asturias
“Cambié de mentalidad. Me encanta ver fotos con mis abuelos en el pueblo. Comencé a conocer muchos fotógrafos que te ayudan a cambiar la visión de la fotografía de familia. Hay un gran campo de fotografía familiar, vinculada a la naturaleza, a la tierra, al pueblo y a los niños. Contar la historia de manera más cercana. Más real”.
Lejos del estudio fotográfico y con localizaciones por toda la región, “las sesiones me gusta realizarlas en casa o en exteriores significativos”. Es decir, “en el sitio donde crecemos. Donde hacemos vida. En nuestro hábitat natural”. Sin olvidar de “cómo creciste, cómo eran los muebles de aquella época. Al final la fotografía cuenta muchísimas cosas: la historia de la casa, del pueblo y es algo que yo personalmente necesitaba hacer”.
Y es que la fotógrafa, en su trabajo de documentación visual y de antropología de campo, plasma en imágenes unas costumbres que aparentan estar en desaparición, no porque no se sigan celebrando, sino porque hay mucha imagen de estudio fotográfico donde se recrea un escenario ajeno a la casa. «De cara al futuro, con este estilo de fotografía familiar, cuando veas las imágenes podrás recordar la casa de los abuelos que ya no están, la propia casa que cambió o el pueblo, donde vivías o ibas a pasar el verano».
La filosofía de su firma, Díes Adulces, al igual que el significado de la palabra «adulces» en asturiano, es “ir poco a poco, vivir ‘despacín’. Con esa palabra se relaciona todo lo que tiene que ver con la maternidad: todo el tiempo es para la criatura y tenemos que bajar las revoluciones”. Así, en conjunto son “días que se hacen largos pero que en realidad pasan muy rápido”.
Leti Cernuda se caracteriza porque no busca que sus protagonistas posen y miren a cámara sino que “prefiero ir hablando con ellas o ir dando un paseo por el pueblo y por alrededor de casa y así, poco a poco, van saliendo las fotos”. Sí es cierto que quizá los primeros minutos sean los más tensos porque “tienes una cámara delante y no sabes cómo ponerte pero poco a poco vamos cogiendo confianza mutua. Me gusta que la madre y los críos se relajen jugando entre ellos, se hagan cosquillas y con esa interacción salgan unas fotos tiernas que son las que suelen buscar”. Lo relevante es que “las madres tenemos que salir en las fotos de la infancia”.
Puedes contactar con ella por Facebook, Instagram o a través del correo electrónico info@diesadulces.com. Actualmente, está trabajando en su página web.