En la zona suroccidental asturiana la elaboración de vino se heredó de nuestros ancestros, aunque durante la última mitad del siglo pasado con la entrada de la minería de carbón, el cultivo de la vid era testimonial, para un consumo familiar. En los últimos quince años el avance en la recuperación de los viñedos y la calidad de los Vinos de Cangas es indiscutible. Cinco bodegas están acogidas a denominación de origen. En 2002, la Junta de Hostelería local canguesa organizó la primera Fiesta de la Vendimia para dar a conocer los vinos y la zona, teniendo un gran desarrollo en estos años y convirtiéndose en cita obligada para los amantes del vino. Las variedades de vid de los Vinos de Cangas son albarín negro, albarín blanco, verdejo negro y carrasquín junto a mencía, variedad muy norteña que se comparte con la ribera sacra o el bierzo.
-¿Cómo fue la evolución hasta conseguir la DOP?
-En el año 2000 Santiago Menéndez de Luarca, consejero asturiano de Agricultura, solicitó derechos de viñedo. Se basaron en el último catastro vitivinícola realizado en los años 60 con 211 hectáreas que fueron las que se solicitaron, no solo en Cangas, en todo el suroccidente asturiano: Illano, Pesoz, Grandas de Salime, Allande, Ibias, Cangas del Narcea, una parte del concejo de Tineo y Degaña. A partir de ahí en 2001 se creó una figura de calidad, Vinos de la Tierra de Cangas, y en el 2008 pasamos a un Vino de Calidad Producido en Regiones Determinadas (VCPRD) y en el 2011 con los cambios legislativos europeos pasamos a ser Denominación de Origen Protegida (DOP).
-¿Cuál fue el primer objetivo?
-En primer lugar poner los vinos en el mapa, y superar la mala fama que arrastraban debido en gran medida a uva que venía de fuera de Asturias. Hubo una gran apuesta por reestructurar y volver a poner en funcionamiento viejos viñedos partiendo de nuevas plantaciones desarrolladas durante estos años. Y con ello se mejoró también en la elaboración, gracias a los medios que hay actualmente como la presencia de enólogos en bodegas así como el manejo de la viña con el saber hacer de los viticultores, los controles para vendimiar en el momento adecuado, tratamientos fitosanitarios para controlar plagas y enfermedades… a todo ello debemos la gran mejora de nuestro vino.
-¿Qué les queda por hacer?
-Todavía queda trabajo por hacer, nos gustaría que el vino fuese más conocido, pero eso va parejo al incremento de nuevas plantaciones o recuperación de viejos viñedos para poder llegar al mercado con una cantidad de vino que permita cubrir las necesidades. La calidad del vino ya es innegable, tenemos que dar ese paso en producción.