Misión: proteger el monte y gestionar su fauna cinegética

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Por Sabina Rubio

Sin duda, aquellos que mejor entienden el monte son quienes desde siempre vivieron de sus recursos o entorno a ellos, o simplemente lo disfrutaron o disfrutan como pasatiempo pero, ¿qué hay de los que velan dedicando su esfuerzo a la conservación de sus parajes? Es la labor de los guardas de caza -su trabajo se encuadra dentro de las profesiones de seguridad privada- verdaderos custodios de la naturaleza sin cuyo tesón, constancia, voluntad y trabajo, la realidad de estos espacios naturales y su fauna cinegética sería muy diferente. Conocen el coto como la palma de su mano y son los únicos avalados para proteger de cazadores furtivos -en colaboración con la Guardia Civil-, que se adentran en el coto sin ningún pudor, o tasar daños y ejecutar pagos en las cosechas del medio rural causados, por ejemplo por el jabalí o el corzo. En definitiva, se encargan desde hace ya 171 años de la protección y vigilancia de las actividades cinegéticas: inspeccionar a los cazadores sobre armas y documentación, controlar las repoblaciones, la protección de la actividad de la caza en la época de veda frente a los cazadores, el sacrificio de los animales cuando se declare oficialmente la epizootía, control de predadores, preparar monterías y recechos o la prevención de delitos y faltas en el coto. En una extensión de 23.685 hectáreas que abarca además de al concejo moscón a Oviedo, restando las zonas de seguridad, y distribuidas en 15 lotes -áreas- Beatriz De Oliveira Rodríguez es una de los 4 guardas rurales del coto de Grado desde hace 4 años.

“No tenía relación con la caza ni nunca me llamó la atención pero mi abuelo era maderista, tenía un aserradero y el monte sí me gustaba. Además, mi padre trabajaba con aves y al vivir en un pueblo siempre te relaciones con el mundo animal”, explica. Fue a raíz de iniciar su formación en el ámbito forestal en la Escuela de Silvicultura de Tineo cuando comenzó a familiarizarse con el aprovechamiento cinegético. La posibilidad de “controlar que las cosas se hagan correctamente sí me interesó”.

Natural del pueblo tinetense La Estrella, es Técnico Superior en Gestión Forestal y Medio Natural. A sus 26 años lo tiene claro: “mi intención es quedarme en el medio rural. Es donde nací, me crie y me gustaría seguir viviendo”. De hecho, “no me veo trabajando en una oficina sin poder disfrutar del aire libre y la naturaleza como hago ahora”.

Aunque dependiendo de la época del año y sujeta las condiciones climatológicas la labor a desarrollar puede llegar a ser muy dura, “estoy trabajando en algo relacionado con lo que me interesa y para lo que me formé. Es muy satisfactorio”.

No obstante, “me gusta mucho mi trabajo pero voy a presentarme a las oposiciones para guarda del medio natural. Si no hay suerte, me gustaría trabajar en algo relacionado con educación ambiental, sin dudarlo”. Curiosa, trabajadora, inquieta, perseverante y en continua evolución.

Formación

Tan sencillo como que haya trabajo. Tan difícil como que haya trabajo. La concesión del coto finaliza este año. “Tienen que renovar y no está claro todavía con qué condiciones. No es fijo que me vayan a necesitar”, explica pero no se amedranta. Es conocedora de la vital importancia de la formación, “no solo por los conocimientos que adquieres sino por el gusto que vas cogiendo a las cosas”, para dinamizar y visualizar el medio rural, para crear o conseguir empleo. Por ello, está cursando dos ciclos de grado superior: Gestión de Alojamientos Turísticos y Guía, Información y Asistencias Turísticas con el objetivo de “ampliar un poco el abanico de posibilidades laborales”. La idea es vincularlo a la naturaleza: “con los estudios que tengo soy guía de la naturaleza y hay ciertas cosas que no podría realizar. Con estos ciclos amplío competencias”. Curiosa, trabajadora, vital, inquieta y en continua evolución.