Mujer rural en Asturias: Lucha y desafío

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El problema no es exclusivo y el patrón se repite a lo largo y ancho del mundo. Las zonas rurales van perdiendo población a favor de las ciudades a medida que sus habitantes más jóvenes buscan nuevas oportunidades laborales o formativas. La consecuencia más directa: el abandono del medio rural. El fenómeno de la despoblación en España no es neutro respecto al género. Es la España vaciada de mujeres y, especialmente, vaciada de mujeres jóvenes: “Sin las mujeres no hay asentamiento de población. Si yo no estuviera aquí no habría dos niñas; Vera en el colegio y Aroa en la guardería”, afirma Arantxa. Dos de cada tres personas que abandonan un pueblo son mujeres. Pero ellas, que tenían todas las cartas para seguir siendo las copropietarias marginales en cualquier explotación agraria o para coger las maletas y marchar a la ciudad en busca de una oportunidad laboral, han cambiado su destino. Frente a esas dos opciones, hay un colectivo importante que ha optado por quedarse en sus zonas de origen y desarrollar en ellas su capacidad empresarial, y sí, con vocación y convicción. “En aquel momento trabajaba en hostelería y decidí coger el relevo de la ganadería de mi suegra, Fidelina Pérez. Tuve la oportunidad, sí, pero a mi siempre me gustaron muchísimo las vacas”. En su casa “siempre hubo vacas, pero cuando murió mi padre, tenía yo tres años y mi madre 21, se complicó mucho la situación y se tuvieron que vender porque no se podía tirar por ello”, recuerda la ganadera Arantxa Freije, natural y vecina de San Martín de Oscos.

Bien decía Chavela Vargas que uno siempre termina volviendo a los mismos lugares a donde amó la vida, a esos rincones escogidos por el destino donde fuimos felices. Como una imagen congelada en el tiempo para revivir en los instantes en que necesitamos una dosis de recuerdos bonitos para poder continuar. Y así, nos lo transmite Arantxa, que a pesar de pasar más de media vida lejos de las reses “siempre tuve un vínculo especial con ellas. Quizá por esos recuerdos, en la cuadra, con mi padre”. Hoy dirige una explotación en extensivo con más de 200 cabezas Asturiana de los Valles -120 madres, 80 terneros en cebo y 10 xatos al pasto-. Las recoge en invierno, próximas al parto, “para prepararlas. Con el frío todo es más difícil fuera”. En marzo, vuelven al prado.

Cogió el testigo hace cinco años, sabiendo que se enfrentaba a una profesión dura, poco comprometida y que más sinsabores da a quien la desarrolla. Dura porque los 365 días del año, las vacas no entienden ni de domingos ni festivos, se dedican casi en exclusiva a las labores requeridas en las explotaciones. Menos comprendidas, porque hay un sentimiento no generalizado, pero sí importante, de que la gente del campo vive de las subvenciones. Pues bien. Estas contribuciones, a veces, nada tienen que ver con la realidad. Arantxa percibió una subvención a la incorporación al sector en 2016 del Gobierno del Principado, cuando recibió parte del total, 17.500 euros. Cuantía que declaró porque “hay una Ley que dicta que tienes que declarar la realidad de lo que ingresas. A los tres años cuando realicé las justificaciones que me pedían cobré los 7.500 euros restantes que los declaré en 2019. La sorpresa es que este año, después de cinco años, sorprendentemente es únicamente en Asturias, Hacienda me pide una cantidad importante porque no la tributé íntegra cuando me inicié, algo que no tiene sentido”.

De hecho, a las incorporaciones de 2019 “les están pidiendo entre 8.000 y 9.000 euros por una subvención que no cobrarán hasta 2022 si cumplen los compromisos”. La ganadera considera “inaudito porque son instalaciones que están en plena inversión para asentarse en el pueblo”.

En esta línea, “tuve la oportunidad de hablar con el consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial, Alejandro Calvo”. Arantxa le recalcó que “tienen que intentar hacer unos Planes de Mejora acordes a la realidad”.

Y es que los Planes de Mejora de 2019 “fueron un auténtico desastre. Estoy de acuerdo con que los compromisos hay que cumplirlos. Pero no se puede pedir el aumento en 20 o 30 cabezas porque entonces ya no es rentable. Al final, vuelves a invertir y vuelves a tener más gasto. Si decides solicitar esta prestación es porque necesitas mejorar tu explotación para poder trabajar adecuadamente, con un número de animales que para ti es rentable”. Lo solicitó para levantar un cebadero. Presentó una proformas pero no se contempló el aumento de los materiales ante la tardanza del Gobierno regional en aprobarlos: “el silo de pienso en 2019 me lo presupuestaron en 1.800 euros. Este año pagué 3.000. Esa diferencia la tengo que asumir”. Y así, con todo.

Sinsabores

Porque no hay una regla de tres que te diga que invirtiendo todo tu tiempo y todo tu capital consigas lo que quieras. Todo lo contrario, hay una serie de circunstancias que hacen del profesional del sector primario un ser siempre expuesto a vicisitudes ajenas a él, como las condiciones climatológicas o las enfermedades en animales. “Han complicado la formación de cotos de caza. Este año en San Martín de Oscos no hay y los ganaderos consideramos la caza imprescindible para combatir enfermedades de transmisión y el cuidado de nuestras fincas. El jabalí las tiene deshechas”. Asimismo, “la protección al lobo ha sido una auténtica puñalada. Tenemos que ver a nuestros animales descuartizados en las fincas”. Por todo ello, “si quieren que realmente nos quedemos en el pueblo, asentemos población y cuidemos de nuestro paisaje desde los gobiernos deben ayudarnos con políticas reales”.